Acaba el curso escolar 2012-2013 y ha sido un curso lleno de curiosidades. Leyendo un artículo en la página TODO AJEDREZ MARBELLA, que dirige Jesús Román, nos contaba la anécdota de una chica que no se quiso perder el torneo de Ajedrez de su cole. Perdió el autobús y se fue andando a pesar de la distancia. Gesto noble y de entereza, de tenacidad, sin miedos a competir, sin exclusas. Me vino a la cabeza escribir unas líneas sobre anécdotas que me han acontecido este curso escolar impartiendo clases de ajedrez y simultáneas de promoción en distintos colegios. Cuando se juega ajedrez de competición nunca se está a salvo de enfrentarse a jugadores que pretenden ganar a toda costa ¡ no importa el medio o la forma, lo importante es ganar, o no perder, eso pensarán. Que equivocados están. Esta circunstancia en jugadores adultos y de competición merece el mayor de los reproches. El ajedrez es deportividad, es
arte, nobleza en la lucha. Sin embargo, cuando los pícaros no te llegan algunos a la cintura, pues la verdad es que tiene su gracia…evidentemente, defectillos a corregir y no elogiar. Y tampoco está a salvo el profesor, monitor o entrenador de ajedrez, aunque lleve jugando como federado veinticinco años, cuando se enfrenta a estos peques en sus inicios de la aventura ajedrecística. Tiene el profe que estar muy despierto, una veces cierto es que la “trampilla” es por desconocimiento de la reglas del juego de los peques, y eso evidentemente forma parte del proceso de aprendizaje, pero habrá otras veces que la anormal circunstancia se haya producido porque ciertamente la picaresca ha entrado en juego ¡!. Bien, en este punto, el docente no debe echar una humillante reprimenda, pero sí subsanar. Debe el profesor indicar con mimo que eso no se puede hacer, que eso no está bien etc. El tacto está justificado en la edad y, al fin y al cabo, ¿no es el Ajedrez en cierto modo imaginación y supervivencia? En este sentido, la imaginación de estos peques no deja de sumirme en el mayor de los asombros…”trampillas de tan alta categoría” a mí no se me pasarían por la cabeza, no tengo esa imaginación ¡!
En simultáneas, el profesor, monitor, entrenador o maestro de ajedrez debe estar especialmente descansado y con los ojos bien abiertos cuando se enfrenta a estos pequeños supervivientes de las sesenta y cuatro casillas. No es una, ni dos veces, las que me he encontrado al llegar a determinado tablero con una posición digamos “algo distinta”, jolines, y tanto ¡!, como que yo tenía pieza de más y por arte de magia resulta que me encuentro con pieza de menos ¡ehhh! ¿qué ha pasado aquí? , tan sencillo como contestar el peque “sí, sí, es verdad profe, es que estaba probando”
No han faltado, y esto pasa siempre en todos los club y colegios cuando se empieza a jugar al ajedrez, que nos salen con dos peones un pasito…la solución no es ponerse nervioso, aunque te contradigan con eso de “mi abuelo es campeón de….y dice que sí que se puede”. Bueno, pues entonces se le explica al peque el matiz de la regla. En la mayoría de los casos entrarán en razonamiento y lo comprenderán, pero habrá alguna que otra vez que no. Paciencia.
Lo de los peones en los peques da para “mucho juego”. Estando en clases observo una peque de unos seis años que se reía picaronamente y a la jugadora rival decir, por cierto con un disgusto que casi le lleva al llanto “profe, profe, eso no vale, me están haciendo trampas”. Me acerco y pregunto a la peque que veía muy afectada y me dice “mira, mira profe, resulta que a ….se le han caído las piezas, un peón ha llegado rodando hasta la última fila, y ella se quiere coger una Dama ¡”. Le dije a la pequeña bromista: “A ver, a ver, como broma tiene su gracia, pero hemos dado la promoción y tú sabes que eso no se puede hacer, sabes cómo se alcanza la octava fila y como se promociona un peón”. Y entre risas de la peque, no se cortó ni un pelo “profe, profe, dijiste que cuando se llegaba a la octava con un peón se podía elegir jaja”. Vale, vale, no me expliqué bien, dije yo. Y me hizo que volviera explicarlo. Moraleja, hay que tener cuidado también al explicar, no sólo el qué, sino también el cómo!
Para despedirme, a todos los monitores y profes de ajedrez, tengan especial cuidado con el “fenómeno clientela” ¿Y qué es eso? Pues eso es cuando el picarón de turno en horas de práctica siempre elige al mismo rival. No es que sean muy amigos y se lleven muy bien, es que siempre ganará al compañero que elige, sabe que es su cliente.
Un saludo para todos y paciencia con nuestros pequeños supervivientes del tablero.
Daniel Gutierrez Currás